jueves, 28 de febrero de 2008

Mario Montalbetti. Salmos de invierno.


a

treinta tardes solo revelando secuencias de dolor
que a nadie atraen

puedo oler tu retracción cada vez que avanzo
en verdad huyo

la sombra de tus perros son huecos en la tierra

busco las cadencias inauditas de tu bulla
y sonrío

no sólo lo he perdido todo
también sé dónde se ha ido


d

si quieres ganar el cielo primero debes saber perderlo

recoge por ejemplo un clavo
e imagina el agujero del que provino
¿qué dijo brodsky? que reconocemos a nuestros hermanos
no por sus rostros

sino por sus espaldas
en las colas que forman en los confesionarios

la vida pasa como pasa la corriente
cuando agarras un cable pelado

arroja el clavo
guarda el agujero

arroja el agujero al suelo



Mario Montalbetti nació en Lima en 1953.
Pulir huesos es una antología de veintitrés poetas latinoamericanos, con selección y prólogo de Eduardo Milán. Galaxia Gutenberg.

La ilustración es de Phoebe Gloeckner. Podéis haceros con el cómic Vida de una niña (La Cúpula, 2006) álbum autobiográfico de historias cortas enclavado en el género underground y avalado por el mismísimo Robert Crumb.

lunes, 25 de febrero de 2008

Frederik Peeters. Píldoras Azules (I). Por Carlos Romá.

En esencia, Píldoras azules es la historia de amor entre un joven dibujante de tebeos y una mujer afectada por el virus de inmunodeficiencia adquirida, como su hijo de tres años. Peeters relata cómo vive en ello y con ello, su relación con la mujer, con el niño, con un médico que comparte su sentido de la humanidad con las máximas de Hipócrates...
Si hay algo que me admira en el mundo del arte y en especial en el de contar historias, es cómo a veces se consigue manifestar tan fielmente la estúpida, fascinante y contradictoria dualidad del mundo que habitamos. Son esos casos en que se nos relata un hecho terriblemente dramático, pero de una manera tan natural y sutil que en nuestro interior la pena se ve mitigada por la aceptación y la consciencia de la dureza de la realidad, de cómo los momentos más tristes se alternan drásticamente con otros momentos hilarantes, la desesperación con la esperanza ciega, el nerviosismo frenético con la calma imperturbable. La manera de agitar consciencias no es el drama épico, de personajes extremos y comportamientos exacerbados, sino la claridad que golpea como un mazo, la naturalidad que nos acerca al conflicto, la cotidianeidad de personajes en los que nos vemos reflejados. Y desde luego que Peeters lo consigue. Claro está que el carácter autobiográfico de la obra facilita muchísimo esta difícil tarea, pero no se le debe restar mérito en mi opinión.

La forma en que el autor se desnuda en todas y cada una de las páginas (y no me refiero únicamente a la desnudez física, evidentemente), permitiéndonos sentirnos una suerte de voyeurs espirituales, no hace sino que nos identifiquemos más aún, eliminando toda sensación de intrusismo o remordimiento.
Su ilusión nos hace emocionarnos, su miedo nos aterroriza, su fe en el futuro y en la fuerza de su amor nos inspira. La prueba definitiva de cómo se consigue esta manera de emocionar sin acudir al drama fácil es que los dos únicos momentos en que me desbordó la emoción y mis ojos se vieron súbitamente humedecidos fueron momentos particularmente sencillos e intrascendentes respecto al global de la obra: en primer lugar, una sencilla conversación en la penumbra de la casa de los padres de Cati, mientras el niño duerme y ella empieza a contarle a él su miedo respecto al futuro de su hijo. Él la corta, tajante, la insta a ser fuerte y ella acepta sus duras palabras con una sonrisa y una aceptación total, cambiando su miedo y dubitación iniciales por serenidad y confianza. En ese momento, el autor nos cuenta a nosotros, que todo lo vemos, cómo se vio inmerso en una admiración increíble, un amor gigantesco ante semejante muestra de fortaleza y resolución que él mismo había inspirado. La escena termina con un abrazo espontáneo y arrebatador, que junto a las reflexiones del narrador no pudo sino provocarme una ilusión casi tan grande como la de los personajes cuya vida estaba siendo desgranada ante mis ojos. El otro momento que más me conmovió no fue en sí un momento, sino una única viñeta: un primer plano de los ojos de Cati, llenos de lágrimas a punto de rebosar, mientras está al teléfono esperando que conteste el doctor, petrificada de miedo ante la posibilidad de haber contagiado a su amante. Esa simple viñeta, intercalada sutilmente entre la vorágine y la tensión del momento, transmite más que toda la escena en su conjunto. Un recurso acertadísimo, y no único en la obra pues está plagada de ellos.

Carlos Romá Mateo, autor de esta reseña, es Bioquímico e Ilustrador.
Píldoras azules está editado por Astiberri Ediciones, el guión y las ilustraciones son de Frederik Peeters (Ginebra, 1974), dibujante e historietista suizo.

miércoles, 20 de febrero de 2008

Arturo Méndez Cons. El trigo del loco.




Un flojo cachorro de agua ha de ponerse el traje de una manzana a punto de llorar

(Sólo) ha sido tu mirada
Así eres terrestre en el palacio de los pómulos dormidos


Sin la ventaja de la sábana usada, su santidad acosando-
te...en el presagio del frío hecho en los aeropuertos el pájaro roto en tu oído las

costillas equivocadas de tristeza adivinada en el restaurante de carretera
donde comimos una vez pescado azul en silencio


Esta niebla la distinguí yo ya
en la forma que tenías de coger las tazas y las cosas inútiles

El cristal desperdiciado en la sonrisa de los ángeles
que nacía y moría como

una carretera invisible, dañando en secreto la fauna de los jardines abúlicos


Todo lo que en fin
mientras miro hacía otro lado me dice

que empezará a llover cuando te marches


Arturo Méndez Cons es abogado, nació en Cádiz en 1980 pero reside en Valencia.

Su primer poemario, "El Trigo del Loco" ya está en papel, y es una gran noticia porque si ya da gusto leer a este hombre en la pantalla, hacerlo agarrándose a los poemas sin duda será toda una experiencia. Su libro, que ha llegado hoy, podrá adquirirse en librerías dentro de nada pero por ahora podéis solicitarlo a Editorial Cocó o aquí
El Trigo del Loco, Editorial Cocó.
El prólogo es de Pedro Montealegre

La fotografía que acompaña esta noticia es la de la portada del libro, con fotografía de safrika

David González. El rompeolas.

....mi padre
....se levanta temprano cada mañana
....para ir a nadar
....para ir a nadar
....a la piscina municipal en invierno
y..a la del mar cantábrico en verano

....él se cree que así
....me comenta mi madre, escéptica
....no se va a morir nunca

....desde la ventana del estudio
....donde me encierro a escribir
....desde por la mañana temprano
y..durante las cuatro estaciones
....puedo ver la playa de mi padre
....la arena que está pisando
y..si tuviese a mano unos prismáticos
y..forzara un poco la vista
....podría, incluso, verle a él

....hace tiempo, años, que no le veo
....ni hablo con él
....ni siquiera por teléfono

....pero cuando luego
....retiro mi frente del cristal
y..acerco la silla
....apoyo los codos sobre la mesa
y..empiezo a escribir
....lo hago con la confianza
y..seguridad
....del que se sabe
....con las espaldas protegidas:

....su padre está ahí afuera,
....nadando

y..no se va a morir nunca.


David González nació en San Andrés de los Tacones, Gijón, en 1964. Ha publicado entre otros, los libros El Demonio te coma las orejas (1997) Ley de Vida (1998) Sparrings (2000) Anda, hombre, levántate de ti (2004) El amor ya no es contemporáneo (2005) Reza lo que sepas (2006). Dirige la colección de poesía Zigurat, editada por el Ateneo Obrero de Gijón. Ha dirigido la antología poemas con cocaína , La Venganza del Inca (Cangrejo Pistolero Ediciones).
Algo que declarar. Poesía de no ficción. Bartleby Editores.


La ilustración que acompaña el poema es de Leticia Vera

martes, 19 de febrero de 2008

Enrique Lihn. Recuerdos de Matrimonio.

Buscábamos un subsuelo donde vivir,
cualquier lugar que no fuera una casa de huéspedes.
......El paraíso perdido
tomaba ahora su verdadero aspecto: uno de esos pequeños departamentos
que se arriendan por un precio todavía razonable
pero a las seis de la mañana. "Ayer no más lo tomó un
matrimonio joven".
Mientras íbamos y veníamos en la oscuridad en direcciones capciosas.
El hombre es un lobo para el hombre y el lobo una dueña de casa de pensión
con los dientes cariados,
húmeda en las axilas, dudosamente viuda.
Y allí donde el periódico nos invitaba a vivir se alzaba
un abismo de tres pisos:
Un nuevo foco de corrupción conyugal.

Mientras íbamos y veníamos en la oscuridad, más
distantes el uno del otro a cada paso
ellos ya no estaban allí, estableciendo su nido sobre
una base sólida,
ganándose la simpatía del conserje, tan hosco con los
extraños como ansioso de inspirarles gratitud filial.
"No se les habrá escapado nada. Seguramente el nuevo
ascensorista recibió una propina"
"La pareja ideal". A la hora justa. En el momento
oportuno.
De ellos, los invisibles, sólo alcanzábamos a sentir su
futura presencia en el cuarto vacío:
nuestras sombras tomadas de la mano entre los primeros brotes
de sol en el parquet.
un remanso de luz blanca nupcial.

"Pueden verlo, si quieren
pero han llegado tarde"
Se nos haría tarde.
Se hacía tarde en todo.
Para siempre.


Enrique Lihn nació en 1929. Chile.
Nueva poesía de américa (Selección) es una antología editada en 1970, con selección de Alberto M. Perrone. Centro Editor de América Latina. Si probáis a encontrarlo en librerías y eso sucede, será pura casualidad. Poesía beat norteamericana, poesía negra, poesía revolucionaria de Cuba, poesía de autores latinoamericanos...

A Wave pertenece el dibujo que acompaña a este poema.

lunes, 18 de febrero de 2008

Luis Chaves. Heredades número dos.


La familia no fue
lo que planearon los abuelos.
Lo mismo le pasó a los vecinos.
Se nota en el orden de retirar
los platos de la mesa, en los diminutivos,
en la mancha de aceite en el garaje.
De los vecinos nos enseñaron no hablar.
De los abuelos viene leer la intención de las nubes,
el rencor de clase,
la propensión al cáncer gástrico.


Luis Chaves, Costa Rica 1969.

Chan Marshall, Visor. Poemario ganador del III Premio de poesía Fray Luis de León.

Ilustración de Timo Mäkelä. Finlandia, 1951.

Carilda Oliver Labra. Discurso de Eva.


Hoy te saludo brutalmente:
con un golpe de tos
o una patada.
¿Dónde te metes,
a dónde huyes con tu caja loca
de corazones,
con el reguero de pólvora que tienes?
¿Dónde vives:
en la fosa en que caen todos los sueños
o en esa telaraña donde cuelgan
los huérfanos de padre?

Te extraño,
¿sabes?
como a mí misma
o a los milagros que no pasan.
Te extraño,
¿sabes?
Quisiera persuadirte no sé de qué alegría,
de qué cosa imprudente.

¿Cuándo vas a venir?
Tengo una prisa por jugar a nada,
por decirte: «mi vida»
y que los truenos nos humillen
y las naranjas palidezcan en tu mano.
Tengo unas ganas locas de mirarte al fondo
y hallar velos
y humo,
que, al fin, parece en llama.

De verdad que te quiero,
pero inocentemente,
como la bruja clara donde pienso.
De verdad que no te quiero,
pero inocentemente,
como el ángel embaucado que soy.
Te quiero,
no te quiero.
Sortearemos estas palabras
y una que triunfe será la mentirosa.
Amor...
( ¿Qué digo? estoy equivocada,
aquí quise decir que ya te odio. )
¿Por qué no vienes?
¿Cómo es posible
que me dejes pasar sin compromiso con el fuego?
¿Cómo es posible que seas austral
y paranoico
y renuncies a mí?

Estarás leyendo los periódicos
o cruzando
por la muerte
y la vida.
Estarás con tus problemas de acústica y de ingle,
inerte,
desgraciado,
entreteniéndote en una aspiración del luto.
Y yo que te deshielo,
que te insulto,
que te traigo un jacinto desplomado;
yo que te apruebo la melancolía;
yo que te convoco
a las sales del cielo,
yo que te zurzo:
¿qué?
¿Cuándo vas a matarme a salivazos,
héroe?
¿Cuándo vas a molerme otra vez bajo la lluvia?
¿Cuándo?
¿Cuándo vas a llamarme pajarito
y puta?
¿Cuándo vas a maldecirme?
¿Cuándo?
Mira que pasa el tiempo,
el tiempo,
el tiempo,
y ya no se me aparecen ni los duendes,
y ya no entiendo los paraguas,
y cada vez soy más sincera,
augusta...

Si te demoras,
si se te hace un nudo y no me encuentras,
vas a quedarte ciego;
si no vuelves ahora: infame, imbécil, torpe, idiota,
voy a llamarme nunca.

Ayer soñé que mientras nos besábamos
había sonado un tiro
y que ninguno de los dos soltamos la esperanza.
Este es un amor
de nadie;
lo encontramos perdido,
náufrago,
en la calle.
Entre tú y yo lo recogimos para ampararlo.
Por eso, cuando nos mordemos,
de noche,
tengo como un miedo de madre a quien dejaste sola.
Pero no importa,
bésame,
otra vez y otra vez
para encontrarme.
Ajústate a mi cintura,
vuelve;
sé mi animal,
muéveme.
Destilaré la vida que me sobra,
los niños condenados.
Dormiremos como homicidas que se salvan
atados por una flor incomparable.
Ya la mañana siguiente cuando cante el gallo
seremos la naturaleza
y me pareceré a tus hijos en la cama.

Vuelve, vuelve.
Atraviésame a rayos.
Hazme otra vez una llave turca.
Pondremos el tocadiscos para siempre.
Ven con tu nuca de infiel,
con tu pedrada.
Júrame que no estoy muerta.
Te prometo, amor mío, la manzana.


Carilda Oliver es una poeta cubana nacida en Matanzas en 1924.
Estudió Derecho en la Universidad de La Habana ejerciendo la profesión en su ciudad natal, donde además dictó cursos de dibujo, pintura y escultura.


La ilustración que acompaña el poema es de uxua

domingo, 17 de febrero de 2008

Marta Tikkanen. De "La Historia de amor del siglo"



NOS PUSIMOS a vivir juntos
no porque nosotros
lo quisiésemos
sino porque
no podíamos dejar de hacerlo

Nosotros no nos vamos
cada uno por nuestro lado
aunque es lo que queremos
porque todavía no podemos prescindir
el uno del otro

Si esto es odio
¿cómo es entonces el amor?


A MÍ ME FUE fácil
al principio
bastaba con amar
Era bien fácil
amar
cuando una siempre había estado rodeada
de amor
y cuando había aprendido muy temprano
que el amor era lo más grande
y lo más alegre
y lo mejor que había

Mientras hubo amor
todo fue bien
Pero luego se convirtió en odio
y el odio estaba prohibido
cuando yo era pequeña

¿Cómo proceder
con un odio
que no puede existir?

No se dicen palabras feas
No se blasfema
No se pega
No se grita
No se dan portazos, desde luego
No se deja traslucir nada en la cara
No se tira ninguna cosa
naturalmente

Hay que tratar de ser verdaderamente amable
cuando se odia

Hay que tragarse el odio
comérselo
no manifestarlo
no admitir nunca su existencia

A mí no me fue fácil
odiar
pero lo fatal fue
no hacerlo.


Marta Tikkanen, nacida en 1935, pertenece a la minoría finlandesa de expresión sueca. Ha escrito guiones, textos dramáticos, colaboraciones periodísticas y dos novelas: Los hombres no pueden ser violados y Caperucita roja.
La historia de amor del siglo. Editorial Hiperión. Traducción de Francisco J. Uriz. Lamentablemente, descatalogado. Fue publicado en 1978.

La ilustración pertenece al cómic The Alcoholic de Dean Haspiel

Herberto Helder. Flash.


Hay días en que basta mirar de frente a las gárgolas
para verlas chorrear sangre. Es cuando
la piedra está a plomo, cuando la estaca
solar se clava detrás de las casas y madura
como un árbol.
Pero también oí al agua golpear directa
en las tinieblas. Por un abrazo de la sangre yo estaba
condenado
al extravío mortal. Era un don que me fundía
a la substancia primaria
del terror.
Y a la riqueza y energia. Y a la tremenda
dulzura humana. Veo canalones derramando la masa
de las cúpulas, la forma, supremas rosas de piedra
rotativa.

¿Y qué león me besó boca contra boca crin y cabello
trenzados en una llama única?
Ese beso se me hundió hasta las uñas.
Me dispuso para bestia
soberbia, para el sueño, el brillo, el desorden
o la
carnificina. ¿De qué leche ardida, de qué matriz
u opulencia terrena
nos viene la condena? Si la piedra
tiene una raíz buscando vida en qué telas de carne,
hay encima un dios agudo,
de hendidura en el casco, y brazos tan abiertos que abarca todo el basalto,
como una estrella elemental. Detrás
de los rosetones
desabrochados. Del movimiento de estatuas
arcangélicas plantadas en el reflujo
de la piedra. Boca:
Burbuja de sangre.

Y hay una palpitación soturna, una
delicadeza en el duramen: el hueso vertebral que se asienta
en el centro, en el ano:
el falo- y en torno
gira la catedral. Lenta danza de dios, desde la oscuridad
hacia lo alto.

El leve poder de la luna apenas quema los ojos.


Herberto Helder, nació en Funchal, isla de Madeira, en 1930, aunque reside en Lisboa desde 1946. Es un nombre fundamental en el panorama de la poesía portuguesa.
Según nos contó Ismael Cabezas, a raíz de sus conversaciones con Antonio Gamoneda, éste dijo de él que es "el mejor poeta europeo vivo"
Podéis leer sobre el encuentro de Ismael con Gamoneda, en su blog Seconal
O el poema continuo, Editorial Hiperión. Traducción de Jesus Munárriz.


La ilustración es de Adrian Tomine.

Fabián Casas. En el vidrio. Brasas.


En el vidrio.

Después de insistir mucho,
conseguí quedarme diez minutos solo con mi madre.
Un guardia gordo, que mascaba chicle,
me llevó hasta el lugar de visitas.
Estaba ahí, de pie, con su delantal naranja.
Separados por un vidrio inmenso
nos sentamos uno frente al otro.
Ella agarró su teléfono, yo agarré el mío.
Su idioma era un extraño
caminando por una voz muy débil.
Entonces, viendo mi desesperación,
se acercó al vidrio
y lo empañó con el aliento.
Con el dedo índice escribió ahí
el día y la hora en que va a resucitar.

Brasas.

Toda la noche caminando sobre brasas
y a lo lejos las puertas de los autos
que se cierran de un golpe.
Estás harto de la comida seriada de los aviones
y del doble que crece a costa de tus nervios
tratando de conquistar el mundo
o metabolizar el día.
Que está extraviado. La buena onda
se echó a perder hace una semana.
A los jeans mojados les crecieron hongos.
Y las palabras que elaboraste de disculpa
son las migas que deja un paranoico
para saber cómo volver a casa.


Fabián Casas es argentino y nació en 1965.
Pulir huesos es una antología de veintitrés poetas latinoamericanos, con selección y prólogo de Eduardo Milán. Galaxia Gutenberg.

La ilustración es de la grandísima Ruth Gwily.

Billy Collins. El fantasma.


Soy el perro que sacrificaste,
como a ti te gusta llamar a la aguja del olvido,
regreso para decirte esto tan sencillo:
nunca me gustaste -ni un ápice.

Cuando lamía tu cara,
pensé en arrancarte la nariz de un mordisco.
Cuando observaba cómo te secabas con la toalla
quería saltar y amedrentarte a dentelladas.

Me ofendía la forma tuya de moverte,
tu falta de elegancia animal,
la manera en la que te sentabas a comer,
la servilleta en tu pierna, el cuchillo en la mano.

Me habría escapado,
pero estaba demasiado débil, un truco que me enseñaste
cuando estaba aprendiendo a sentarme y caminar pegado a tí
y -el mayor de los insultos- estrechar manos sin mano.

Admito que la visión de la correa
me ilusionara
pero sólo porque estaba a punto
de olisquear cosas que tú nunca habías tocado.

No quieres creerlo
pero no tengo motivos para mentir.
Odiaba el coche, los juguetes de goma
no me gustaban tus amigos y, menos aún, tus parientes.

El tintineo de mis chapas me sacaba de quicio.
Siempre me rascabas en el sitio equivocado.
Lo único que quería de ti
era comida y agua fresca en mis cacharros de metal.

Mientras dormías, observaba tu respiración
a la vez que la luna se elevaba en el cielo.
Necesite de toda mi fuerza
para no alzar la cabeza y aullar.

Ahora me he liberado del collar,
la gabardina amarilla, el jersey con el nombre grabado,
la estupidez de tu césped perfecto,
y eso es todo lo que necesitas saber sobre este lugar

excepto lo que ya suponías
y estás satisfecho de que no ocurriera antes-
que aquí todo el mundo sabe leer y escribir,
los perros poesía, los gatos y el resto en prosa.


Billy Collins (nueva York 1941) se retrata como un profesor universitario que va en coche a dar clase, entra en una cafetería y lee el nombre de la camarera en el rótulo de su camisa, abre una enciclopedia y recuerda su infancia, cena un sandwich de jamón y una cerveza fría.
Lo malo de la poesía. Baterbly Editores. Traducción y prólogo de Juan José Lamagro Iglesias


La ilustración es de Frederik Peeters, extraído del cómic Píldoras Azules

sábado, 16 de febrero de 2008

Sharon Olds. La muerte de Marilyn Monroe.




Palparon los de la ambulancia el cuerpo,
frío, lo subieron, pesado como el hierro,
a la camilla, le intentaron cerrar
la boca, le cerraron los ojos, ataron
los brazos a los lados, apartaron un mechón
de pelo enredado, como si importara,
vieron la forma de sus pechos, aplastados por
la gravedad, bajo la sábana,
se la llevaron, como si se tratara de ella,
escaleras abajo.

Esos hombres nunca fueron los mismos. Salieron
después, igual que hacían siempre,
a tomar una copa o dos, pero no podían
mirarse a los ojos.
................Dieron sus vidas
un vuelco- uno sufría pesadillas, dolores
extraños, impotencia, depresión. A otro
no le gustaba su trabajo, su mujer le parecía
diferente, sus hijos. Incluso la muerte
se le antojaba distinta -un lugar donde ella
le estaría esperando,


y el otro se encontró a sí mismo por la noche
en el umbral de la habitación del sueño, escuchando
a una mujer respirar, tan sólo una mujer
normal
respirando.


Sharon Olds, poeta estadounidense nacida en 1942. Es profesora de escritura creativa en la Universidad de NY y en el Hospital Goldwater para personas con parálisis severas.
Los Muertos y los Vivos. Bartleby Editores. Traducción de J.J Almagro Iglesias y Carlos Jimenez Arribas.

La ilustración es de Charlie Powell

Sebastiano Grasso. Los demonios de nuestro infierno cotidiano.




Te quiero cuando dices: mira cómo te tomo,
mírate mientras te tomo.
Te quiero cuando levantas mi cadera, me
deseas, estás dentro y me sacudes hasta la
garganta. Me ahogo y te quiero.


GIULIANA



Imposible decir adiós. El rastrillo
recoje treinta y seis temporadas de supervivientes.
Te quiero aunque no reflexiones y la noche se desliza
sobre tus rodillas abiertas que se mecen.
("Mírame"...). Multiplicamos gestos, ideas,
besos, significados de lo que queremos y de lo
que hemos dicho sin creerlo. La desesperación
se hace voz y cuanto más se grita, más fuerte son orgullo
y pena. Cierra los ojos, amor, mis labios
viven de tus arrugas a los bordes del rostro
y de los demonios de nuestro infierno cotidiano.


Sebastiano Grasso nació en Sicilia en 1947. En 1971 funda, con Antonio Corsaro y Anna Di Stefano, el bimestral Questioni di letteratura, que dirige y del que aparecerán cinco números. Redactor jefe, responsable de Arte/cultura en el “Corriere Della Sera”, amigo de Alberti y Moravia, con quienes colaboró en diversos proyectos.
El talco bajo las bailarinas. Rama Dorada poesía, Huerga & Fierro Editores. Traducción de Fabio Rodríguez Amaya y Nieves Arribas Esteras. Prólogo de José Saramago.

La imagen es de Laurie Lipton. Nació en New York, y se graduó en la Universidad Carnegie-Mellon, en Pennsylvania. Vivió en Holanda, Bélgica, Alemania y Francia, y desde 1986 reside en Londres. Perturbadora.

Anne Sexton. Deseando Morir.




Ahora que lo preguntas, la mayor parte de los días no puedo recordar.
Camino vestida, sin marcas de ese viaje.
Luego la casi innombrable lascivia regresa.

Ni siquiera entonces tengo nada contra la vida.
Conozco bien las hojas de hierba que mencionas,
los muebles que has puesto al sol.

Pero los suicidas poseen un lenguaje especial.
Al igual que carpinteros, quieren saber con qué herramientas.
Nunca preguntan por qué construir.

En dos ocasiones me he expresado con tanta sencillez,
he poseído al enemigo, comido al enemigo,
he aceptado su destreza, su magia.

De este modo, grave y pensativa,
más tibia que el aceite o el agua,
he descansado, babeando por el agujero de mi boca.

No se me ocurrió exponer mi cuerpo a la aguja.
Hasta la córnea y la orina sobrante se perdieron.
Los suicidas ya han traicionado el cuerpo.

Nacidos sin vida, no siempre mueren,
pero deslumbrados, no pueden olvidar una droga tan dulce
que hasta los niños mirarían con una sonrisa.

¡Empujar toda esa vida bajo tu lengua!
que, por sí misma, se convierte en pasión.
La muerte es un hueso triste, lleno de golpes, dirías,

y a pesar de todo ella me espera, año tras año,
para reparar delicadamente una vieja herida,
para liberar mi aliento de su dañina prisión.

Balanceándose allí, a veces se encuentran los suicidas,
rabiosos ante el fruto, una luna inflada,
Dejando el pan que confundieron con un beso
Dejando la página del libro abierto descuidadamente
Algo sin decir, el teléfono descolgado
Y el amor, cualquiera que haya sido, una infección.


Anne Sexton nació en Newton, Massachusetts, en 1928. En 1960 publicó su primer libro de poesía, To BedIam and Part Way Back, al que siguieron otros nueve, entre ellos All My Pretty Ones (1962) Live or Die (1966); Love Poems (1969) The Book of Folly (1972) y The Death Notebooks (1974), además de tres libros póstumos. En 1963 recibió el American Academy of Arts and Letters Award y en 1967 los premios Shelley y Pulitzer, En 1968 fue distinguida por la Universidad de Harvard por la totalidad de su obra. Profesora de la Universidad de Boston desde 1964, se quitó la vida en 1974.

El Asesino y Otros poemas. Icaria Editorial. Traducción de Jonio González y Jorge Ritter.